sábado, 13 de mayo de 2017

LA CONSAGRACIÓN PEDIDA POR LA VIRGEN MARÍA EN SUS APARICIONES DE FÁTIMA Y LA MISIÓN PROVIDENCIAL DE RUSIA






NOTA DE SYLLABUS: Publicamos nuevamente este artículo,
que contiene agregados y correcciones realizados por su autor.




“No se puede hacer ni pensar Historia sin pensar en su Fin, el cual en todo movimiento gobierna la dirección. La Filosofía de la Historia es simplemente imposible sin la Teología”.

P. Leonardo Castellani



Actualidad del pedido de Nuestra Señora

La consagración de Rusia al Corazón Inmaculado de María, pedida por la Sma. Virgen en sus apariciones a los niños de Fátima, no deja de ser un tema que se presta a controversias, negaciones y discusiones sin fin. Creemos de nuestra parte que, lejos de ser un asunto que ha quedado anclado en el pasado, es, por el contrario, un asunto que urge considerar. Decimos más bien que apremia plantear esta cuestión, que los enemigos enquistados en la iglesia conciliar y, por otra parte, los sedevacantistas que dicen oponérsele, desdeñan y descartan. Estamos a las puertas del centenario de Fátima: es imperioso conocer, difundir, predicar y practicar la devoción al Corazón Inmaculado de María, sus implicancias, sus consecuencias para las almas y el castigo que se cierne sobre los pueblos y naciones, de no realizarse la pedida consagración. La Iglesia, ocupada pos sus enemigos, parece estar más lejos que nunca de tal posibilidad. Los acontecimientos habrán de forzar los hechos y el Cielo traerá la solución, aunque no sin un castigo por la desobediencia de los hombres de la Iglesia.

En su tercera aparición en Fátima, el 13 de julio de 1917, la Sma. Virgen, tras haberles mostrado la suerte que corren los condenados al Infierno, les dijo a los tres niños pastores lo siguiente:

“Para salvarlas [las almas de los pobres pecadores que están en camino del infierno], Dios quiere establecer en el mundo la devoción a Mi Inmaculado Corazón. Si hicieran lo que os voy a decir, se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra va a acabar. Pero si no dejan de ofender a Dios, en el reinado de Pío XI comenzará otra peor. Cuando veáis una noche alumbrada por una luz desconocida, sabed que es la grande señal que Dios os da de que va a castigar al mundo por sus crímenes por medio de la guerra, del hambre y de persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre.
Para impedirla, vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón, y la comunión reparadora de los primeros sábados. Si atendieran mis peticiones, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá que sufrir mucho, varias naciones serán aniquiladas”.

La relación entre la mención a Rusia en el mensaje, y la Revolución bolchevique ocurrida poco tiempo después en ese mismo año, fue clara; la asociación entre los males del comunismo ateo que la revolución vino a expandir por el mundo y la consagración de Rusia, es evidente. El mensaje es por demás claro al respecto. Puede pensarse también que 1917 fue el año del inicio del Estado de Israel, ya que en ese mismo año se concedió la “Declaración Balfour” por parte de Gran Bretaña a las autoridades sionistas, comprometiéndose éstas a entregar –cuando las circunstancias lo permitieran- el territorio designado en Palestina para la erección del estado judío. Es sabido que fueron mayoritariamente judíos los perpetradores de la Revolución Bolchevique.

Ahora bien, en 1917 Nuestra Señora no pidió la consagración de Rusia a su Corazón Inmaculado. Allí anunció que volvería para pedirla. Lo hizo recién en 1929. ¿Por qué? ¿Qué relación hay entre ese año y el pedido de consagración? Si 1917 está marcado por la aparición en Fátima y la Revolución bolchevique, sucesos que pueden y deben relacionarse, ¿qué sentido pudo tener o qué quiso darnos a conocer el Cielo con el pedido explícito de consagración de Rusia realizado en 1929?

¿Por qué en 1929?

Pero antes de introducirnos en esta cuestión, veamos primero este pedido. El 13 de julio de 1929, estando la Hermana Lucía de Fátima en la capilla del noviciado de las Hermanas Doroteas en Tuy, España, se produjo la aparición más solemne del misterio de Fátima. Sor Lucía tuvo una visión de la Santísima Trinidad, y debajo de Jesucristo aparecía Nuestra Señora de Fátima, que volvía para cumplir aquello anunciado en 1917. Esto le dijo Nuestra Señora a la Hermana Lucía:

‘Ha llegado el momento en que Dios pide al Santo Padre que haga, en unión con todos los Obispos del mundo, la Consagración de Rusia a Mi Inmaculado Corazón; prometiendo salvarla por este medio. Son tantas las almas que la justicia de Dios condena por pecados cometidos contra Mí, que vengo a pedir Reparación. Sacrifícate por esta intención y reza’.

Es sabido que la consagración de Rusia, tal como fue pedida por Nuestra Señora, nunca fue realizada. Hubo consagraciones del mundo, consagraciones incompletas, por parte de Pío XII, y tentativas de consagración de Juan Pablo II, pero ningún Sumo Pontífice obedeció el pedido realizando la consagración exclusiva de Rusia en unión con los Obispos del mundo.

Algunos creen o enseñan que esta consagración ya no es necesaria que se haga, pues Rusia ya esparció sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia. Entonces sería inútil realizarla.

¿Es esto así? 


La conclusión de todo el Secreto de Fátima es el siguiente: 

“Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz”.

Pero antes de que esto ocurra, habrá un gran castigo para la Iglesia y el mundo.

Ese castigo, según el mensaje divino, tendría su origen en Rusia:

“Si atendieran mis peticiones, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá que sufrir mucho, varias naciones serán aniquiladas”.

Sin embargo, las dos posturas contrarias a la consagración de Rusia dan sus razones: los liberales, afirman que no es necesaria pues en Rusia cayó el comunismo; algunos sedevacantistas, que Rusia ya castigó al mundo esparciendo el comunismo, entonces la consagración sería innecesaria. Para unos, ya se habría cumplido exitosamente con el pedido de la Virgen; para otros, ya vino el castigo, por lo tanto todo quedó en el pasado.

Quizás para entender mejor las implicaciones del mensaje, haya que pensar en lo siguiente: ¿qué es lo que esparcirá Rusia por el mundo? ¿Cuáles son esos errores? La respuesta parece obvia: el comunismo. Pero: ¿qué es el comunismo? No una ideología, no una filosofía, no un sistema económico, no una forma de gobierno. Es en verdad esto: “una conspiración para la revolución”. Y esta revolución es la que lleva hasta sus últimas consecuencias el odio diabólico a Dios.

La definición dada del comunismo puede encontrarse en uno de los documentos fundamentales para entender la revolución en el mundo moderno, en especial la historia de los últimos cien años. Nos referimos al “Interrogatorio Rakovsky”, también conocido en su edición española como “Sinfonía en Rojo mayor” (documento que puede leerse en este resumen: http://syllabus-errorum.blogspot.mx/2015/05/los-rothschilds-condujeron-la-sinfonia.html o completo aquí: http://es.scribd.com/doc/263311184/Sinfonia-en-Rojo-Mayor#scribd).

¿De qué se trata?


En 1938, la policía secreta soviética, NKVD, durante una de las purgas de Stalin contra sus enemigos trotskistas, realizó un interrogatorio al agente masón illuminati Christian Rakovsky, notable conspirador de la primera hora, socio de Trotsky en la revolución rusa, y embajador de Moscú en París. Rakovsky se despacha durante toda una noche –su vida estaba en juego- con revelaciones que nunca debían salir a la luz, pero que, por circunstancias extraordinarias, llegaron a conocerse. Este agente de los Rothschild explica, por ejemplo, que “el objetivo de la Revolución es nada menos el de redefinir la realidad en términos de los intereses de los banqueros. Esto implica la promoción de la verdad subjetiva sobre la verdad objetiva”. Descubre que es el poder del dinero (“Imperialismo Internacional del Dinero” lo llamó el Papa Pío XI) el que ha estado financiando las revoluciones anticristianas y desde sus mismos orígenes al Comunismo. Con respecto a la Revolución en Rusia, habiendo perdido el control sobre Stalin, la misma banca internacional que financió la Revolución soviética se encargó más tarde de prestar ayuda financiera a Hitler, para oponerse al tirano “bonapartista”, que había interrumpido, con su afán “nacionalista”, la apresurada mundialización de la revolución que llevaba a cabo Trotsky, pronto fuera de combate debido a una grave enfermedad. Quedó así abierto el camino a una guerra en dos frentes, cuyo objetivo final era expandir la revolución comunista a todo el mundo. Luego los mismos “Banksters” perderían el control sobre Hitler, pues éste empezó a emitir su propio dinero contra los intereses de la banca internacional, viéndose éstos obligados a hacer un frente aliado con Stalin. Dos fechas son claves en este proceso revolucionario. Una, el 25 de octubre de 1917. La otra, el 24 de octubre de 1929.

En palabras del mismo Rakovsky:

“Recuerde aquella mañana del día 24 de octubre de 1929. Un tiempo llegará en que será para la Historia de la Revolución un día más importante que el de octubre de 1917. El día 24 es el crack de la Bolsa de Nueva York; principio de la llamada “depresión”, auténtica Revolución. 

Anote usted esto: en este año de 1929, el año primero de la Revolución Americana, en febrero, sale Trotsky de Rusia; el crack es en octubre… La financiación de Hitler es acordada en julio de 1929. ¿Cree usted todo casual?… Los cuatro años de Hoover son los empleados en preparar la toma del poder en EE.UU. y en la URSS, allí, por medio de la Revolución Financiera; aquí, por la guerra y el derrotismo subsiguiente…” 

Si la revolución había triunfado en 1917 en Rusia, fue en 1929 cuando triunfó del todo en EE.UU. y por lo tanto comenzó la exitosa expansión mundial del materialismo surgido en Rusia. A pesar de que podría pensarse que ya en 1913 con la fraudulenta fundación de la Reserva Federal, la usura internacional revolucionaria había vencido al hacerse con los resortes económicos del país, fue en 1929 cuando el “americano clásico” quedó esclavizado a Wall Street y su moral resultó aplastada. La Depresión creó el ambiente propicio para la infiltración comunista en los sindicatos obreros y hasta incluso en la industria del espectáculo hollywoodense (de las numerosas pruebas documentales y testimonios, puede destacarse la vida del conspirador comunista Willy Munzenberg, demostrativa de este estado de cosas, cfr. El fin de la inocencia: Willy Munzenberg y la seducción de los intelectuales”, Stephen Koch, Editorial Tusquets, 1997). Se vería asimismo claramente con el apoyo brindado por Norteamérica y su industria de propaganda a la revolución comunista en España. Y ya en los mismos seminarios católicos de los EE.UU. comenzó desde los años 1930 la infiltración de 1100 comunistas (como testimonian diversos autores convergentes, por ejemplo Bella Dodd). El crack financiero provocado en 1929 y la honda depresión económica que provocó “le dieron a Franklin D. Roosevelt – dicen los periodistas entusiastas- el espaldarazo definitivo para vencer a Herbert Hoover en las elecciones presidenciales de 1932”. Este masón progresista ayudó al comunismo soviético a expandirse al finalizar la Segunda Guerra Mundial por gran parte de Europa, impulsó la creación de la ONU y dejó a su muerte en la presidencia a otro masón, Harry Truman, el responsable de arrojar las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki.

Exactamente entre medio de esos dos hechos sucedidos ese año de 1929, la salida de Trotsky, agente Rothschild hacia USA, y la caída de la Bolsa de Nueva York en octubre, se produjo la aparición de Nuestra Señora en Tuy. Poco tiempo después de su pedido, los banqueros acordaban la financiación a Hitler, preparando la guerra mundial.

Prestemos atención también a este detalle, que nos parece significativo: el interrogatorio a Rakovsky se realizó en la noche del 25 al 26 de enero de 1938 (desde las 21 hasta las 3 horas horario de Europa occidental). Es decir que ¡la entrevista comenzó al finalizar la luz de advertencia que había anunciado Nuestra Señora que se vería en el cielo, como anuncio de la próxima guerra!

Esa guerra la estaba anunciando un agente illuminati esa misma noche. Era una guerra impulsada por la revolución comunista mundial, cuyo brazo estaba en Moscú, pero cuyo cerebro residía en Estados Unidos de América (aunque unos y otros países eran peones de judíos sionistas, recuérdese que en la misma semana en que se produjo la Revolución soviética se concretó la “Declaración Balfour” en Londres, que abría las puertas al Sionismo para la ocupación futura de Palestina). Todo esto permitido por la Providencia para castigo de los hombres rebeldes a Dios.

Si vinculamos, entonces, inevitablemente el anuncio de 1917 con la revolución rusa, podemos relacionar el pedido hecho en 1929 con la otra revolución en 1929, o, mejor dicho, la otra etapa de la misma revolución. Esto es así porque sus responsables fueron los mismos, con el único fin de acabar con todo vestigio del Orden cristiano y la influencia de la Iglesia católica en las sociedades. Para llegar a esto debían por un lado trabajar clandestinamente ad intra de la Iglesia (triunfarían en la Revolución de octubre del Concilio Vaticano II, recuérdese: comenzado un 11 de octubre, en 1962) y ad extra corrompiendo y aplastando las sociedades herederas del orden Romano de la Cristiandad.

¿Por qué Rusia?

Pero entonces, ¿por qué Nuestra Señora no pidió la consagración de EE.UU. y sí la de Rusia? ¿Acaso no ha sido más exitoso el modelo corruptor de la impiedad anglo-americano-sionista, que el sistema formal del comunismo ruso, perimido a partir de 1989 con la caída del Muro de Berlín?

La respuesta es esta: Rusia tiene una misión providencial en la historia.

El universalismo es una constante en su historia y nadie puede negar que el comunismo cobra fuerza o se vale de un país que no sólo tiene vocación imperial, sino que se siente llamado a realizar la “redención” universal. Desde la época de los zares los rusos se han creído llamados a salvar Europa. El zar Alejandro I combatió contra las doctrinas de la Revolución Francesa. En diversas ocasiones Rusia constituyó una valla defensiva para la Cristiandad. Estamos muy lejos de la pretendida doctrina del “Destino manifiesto” de los EE.UU., una elucubración de mercaderes y tenderos puritanos bajo influencia de los designios masónicos (los mismos EE.UU. son una invención de las logias masónicas, cfr. http://syllabus-errorum.blogspot.fr/2015/04/que-son-los-estados-unidos.html).

“Ningún otro pueblo [como el ruso] tiene sentido tan agudo e instintivo de no haber sido hecho para este mundo”, afirma el P. Alfredo Sáenz en su obra “De la Rus’ de Vladimir al ‘Hombre nuevo’ soviético”:"La misión providencial de Rusia", publicado en 1989, poco antes de la caída del Muro de Berlín.

Vladimir Soloviev hablaba de la misión histórico-religiosa de Rusia: “El carácter eminentemente religioso del pueblo ruso, así como la tendencia mística que se muestra en nuestra filosofía, en las letras y en las artes, parecen reservar a Rusia una gran misión religiosa” (Rusia y la Iglesia universal, ob. cit.) Afirmaba también que la vocación peculiar de Rusia “consistía en llevar a su plenitud lo inaugurado por Constantino y Carlomagno” (cfr. ob. cit.).

También Dostoievsky se encargó de destacar la misión universal de Rusia. Por otra parte, la amenaza de Rusia sobre Europa había sido señalada por Napoleón Bonaparte, por el marqués de Custine y por Donoso Cortés, entre otros.

Siendo Rusia el país más grande del mundo, y dotado de tal voluntad totalitaria, se comprende bien que dominado por una religiosidad invertida y satánica, como el comunismo, podría arrasar fácilmente con Europa. Mucho más si se tiene en cuenta que ésta ha renegado de su identidad cristiana. Decía Louis Veuillot: “El mundo será socialista o será cristiano, no será liberal. Si el liberalismo no sucumbe ante el catolicismo, que es su negación, sucumbirá ante el socialismo, que es su consecuencia” (cit. en A. Sáenz, o. c.).

Dice en un artículo el escritor español Juan Manuel De Prada: “Dostoievski resume el designio ruso por boca del asceta Paisius en Los hermanos Karamazov: «Ciertas teorías afirman que la Iglesia debe convertirse, regenerándose, en Estado, dejándose absorber por él, después de haber cedido a la ciencia, al espíritu de la época, a la civilización. Si se niega a esto, sólo tendrá un papel insignificante y fiscalizado dentro del Estado, que es lo que ocurre en la Europa de nuestros días. Por el contrario, según las esperanzas rusas, no es la Iglesia la que debe transformarse en Estado, sino que es el Estado el que debe mostrarse digno de ser únicamente una Iglesia y nada más que una Iglesia». Dostoievski profetizó la revolución bolchevique, anticipando su signo radicalmente anticristiano e inhumano, como un castigo divino arrojado sobre Rusia, para purificarla; y profetizó también la regeneración de Occidente, que sólo podría alcanzarse a través de Rusia. Y así, escribió en Diario de un escritor: «La caída de vuestra Europa es inminente () Todas esas doctrinas parlamentarias, todas las teorías cívicas profesadas hoy en día, toda la riqueza acumulada, todo eso será destruido en un instante y desaparecerá sin dejar rastro». A los que están empachados de alfalfa tertulianesa estas palabras de Dostoievski se les antojarán lucubraciones misticoides. Pero por defender tales lucubraciones muchos rusos entregaron su sangre en el Gulag; y alguno que sobrevivió al Gulag las siguió defendiendo después, como por ejemplo Solzhenitsyn, quien en El roble y el ternero escribió: «En cuanto a Occidente, no hay esperanza; es más, nunca debemos contar con él. Si conseguimos la libertad, sólo nos la deberemos a nosotros mismos. Si el siglo XX comporta alguna lección para con la humanidad, seremos nosotros quienes la habremos dado a Occidente, y no Occidente a nosotros: el exceso de bienestar y una atmósfera contaminante de sinvergonzonería le han atrofiado la voluntad y el juicio». (“Por qué estamos con Rusia”, abc.es).

En los años todavía comunistas, el P. Sáenz escribía, tras haber visitado la URSS: “El hecho de que el marxismo sea una religión cosmovisional, si bien invertida, nos hace esperar que una vez que los soviéticos se conviertan, conservarán ese sentido de totalidad, que nada tiene que ver con el totalitarismo, y al abrazar de nuevo la religión, esta vez la verdadera, no la recluirán en la sacristía sino que intentarán impregnar con ella la totalidad de sus actividades” (Ob. cit.). Y cita estas palabras poco difundidas del obispo norteamericano Mons. Fulton Sheen:

“Cuando Rusia reciba el don de la fe, su misión será la de un apóstol para el resto del mundo. Convendrá dar fe al resto del mundo. ¿Por qué tenemos tanta esperanza en Rusia? ¿Por qué ha de ser el medio de evangelizar a las naciones de la tierra? Porque Rusia tiene fuego, Rusia tiene celo. Dios pudo hacer algo con el odio de Saulo transformándolo en amor; pudo hacer algo con la pasión de Magdalena convirtiéndola en celo; pero Dios no puede hacer nada con los que no son ni ardientes ni fríos. A éstos los vomitará de su Boca.

“La gran vergüenza de nuestro mundo, es que tenemos la verdad, pero no tenemos celo. Los comunistas tienen celo, pero no tienen la verdad. El comunismo es como el fuego que se difunde por sí mismo sobre todo el mundo; es casi un Pentecostés al revés. Algún día, en lugar de inclinarnos hacia la tierra ese fuego comenzará a quemar hacia arriba, ascendiendo, al genuino modo de Pentecostés, dando a los hombres alegría, vida y paz, en lugar de odio, destrucción y muerte. Nuestro mundo occidental carece de ese fuego. No hay ya profundos amores o abnegadas entregas y consagraciones a las grandes causas…Somos fríos, opacos, apáticos”.

Por su parte ha escrito el alemán Walter Schubart en “Europa y el alma de oriente” (1938): “Hoy los cristianos occidentales -los que lo son por rutina- hablan con horror de los rusos profundamente caídos, pensando al mismo tiempo en su propia superioridad. A pesar de todo, yo digo: precisamente así como es hoy ha de ser Rusia para dar vida a la nueva fe. Hay que caer para subir, y hay que caer profundamente para subir más alto. De los abismos del mal y del tormento parten caminos temerarios que van a las cimas de la santidad. Esta es la psicología cristiana de la culpa. De lo más inhumano puede salir lo más elevado. Cuando la maldad, en el paroxismo del crimen se reconoce a sí misma, pasa de repente a voluntad de regeneración. El cristiano occidental, cristiano por costumbre, podrá ser justo y honrado, pero no fecundo. Es un burgués –y los burgueses son estériles-. Le falta la corona de espinas. No es en el equilibrio del mundo burgués, sino en medio de los truenos apocalípticos donde renacen las religiones”. Y en otra parte de la misma obra: «El Occidente brindó a la humanidad las formas más estudiadas de la técnica, de la organización estatal y de las comunicaciones; pero le robó el alma. Misión de Rusia es devolvérsela. Rusia posee precisamente las fuerzas espirituales que Europa perdió o destruyó. Rusia es un trozo de Asia y a la par un miembro de la comunidad cristiana de los pueblos; en ello estriba lo peculiar y único de su misión histórica. Solamente Rusia reúne condiciones para infundir nuevamente alma a una generación estragada por el afán de poderío y anquilosada en el positivismo. (…) Parece una afirmación atrevida, pero hay que hacerla con toda decisión: Rusia es el único país que puede redimir y que redimirá a Europa, porque, respecto del conjunto del problema de la vida, adopta una postura opuesta a la de todos los pueblos europeos. Precisamente del fondo de su sufrimiento sin ejemplo sacará un conocimiento más profundo del hombre y del sentido de la vida, y lo anunciará a los pueblos de la tierra. El ruso tiene para ello condiciones psíquicas que hoy día faltan a todos los pueblos occidentales.”

Dom Guéranger ha escrito: “La Rusia Católica es el fin del Islam y el triunfo final de la Cruz en el Bósforo sin ningún peligro para Europa; es el Imperio cristiano de Oriente elevado con un brillo y un poder que nunca tuvo; es Asia evangelizada, no sólo por unos pocos sacerdotes pobres y aislados, sino con el concurso de una autoridad más fuerte que la de Carlomagno. Es, en fin, la gran familia eslava reconciliada en la unidad de fe y de las aspiraciones de su propia grandeza. Esta transformación será el mayor acontecimiento del siglo que la verá cumplir, y cambiará la faz del mundo.” (Année liturgique, 14 novembre, saint Josaphat).

Hoy Rusia está viviendo, tras una traumática etapa de transición post-comunista, un innegable redescubrimiento de sus raíces religiosas y culturales tradicionales, afirmándose en el liderazgo de corte zarista de Vladimir Putin. Frente a la degeneración abismal que ocupa al occidente apóstata y sodomita, Rusia pareciera rescatar los valores cristianos por aquellos abandonados, defendiendo el orden natural, la familia y el sentido jerárquico de respeto a la autoridad y a las tradiciones. “Muchos países europeos se han alejado de sus caminos, incluyendo en estos, los valores cristianos. Las políticas occidentales equiparan los valores tradicionales a los vicios, las familias con uniones del mismo sexo, la fe en Dios con la creencia en Satán… Ese es el camino de la degradación”. “Solo Dios los juzgará”, afirmaba Putin en un discurso en noviembre de 2013.

El mundo occidental post-cristiano se está configurando hoy contra Rusia, porque ve allí su antítesis y su “katéjon”. Si éste debe ser retirado para que se manifieste el Anticristo, y tanto Roma como el orden romano han sido vencidos –previamente socavados y corrompidos- por los precursores del anticristo (liberalismo en las sociedades, modernismo en la Iglesia, inmoralidad, degeneración y satanismo generalizados), ese Nuevo Orden Mundial aún no puede llevarse a cabo, porque algo lo obstaculiza. Ese orden romano de los valores tradicionales cristianos –aunque degradados y no sometidos a la ortodoxia católica, por supuesto- parece subsistir hoy en Rusia, pero para poder resistir entera y victoriosamente debe producirse la conversión al catolicismo de este país.

El P. Alfredo Sáenz, en su libro citado, afirma: "Vladimir es el nombre del fundador de la Rusia cristiana y católica. Vladimir es asimismo el nombre de Lenin, el gran asesino de la fe...Vladimir Primero salvará a Rusia de Vladimir Segundo. Los alemanes creen que Federico Barbarroja volverá un día para salvar a Alemania. Los rusos no creen en nada parecido. Pero si uno de sus soberanos debiese tener tal vocación, será sin duda Vladimir. Si algún día Rusia ha de ser salvada, lo será por alguien que tenga precisamente los rasgos de Vladimir". No hacemos con esto ninguna afirmación aventurada, simplemente dejamos asentado este juicio que es motivo de reflexión.

La consagración pendiente

Volviendo a los errores que esparciría Rusia, podemos ver que lo que empezó en Rusia, se trasladó luego a los Estados Unidos, con lo que el Cielo nos advertiría que si por una parte Rusia tiene una misión providencial en sus planes -servir de castigo por los pecados del mundo y de hacedora de paz y restauración cuando sea su conversión-, por otra parte esos errores surgidos de allí no serían exclusivos de Rusia, aunque la difusión de los mismos o su derrota sí dependa de la conversión de este país. La demora en realizar esta consagración traería grandes castigos. Recordemos que la Hna. Lucía recibió en una comunicación íntima de Nuestro Señor, este mensaje en el año 1931:

“Participa a Mis ministros que, en vista de que siguen el ejemplo del Rey de Francia, en la dilación de la ejecución de mi petición, también lo han de seguir en la aflicción”.

La referencia era a Luis XIV, quien no realizó la consagración de Francia al Sagrado Corazón de Jesús pedida por Nuestro Señor por intermedio de Sta. Margarita María de Alacocque; más tarde su descendiente Luis XVI (quien la haría en la cárcel) fue destronado por la Revolución Francesa y decapitado en 1793.

Ese mismo año de 1931 en que Ntro. Señor dio tal revelación a la Hna. Lucía, fue la proclamación de la Segunda República en España, comenzando así la quema de iglesias y conventos y la satánica persecución anticatólica de los comunistas.

La Revolución comunista orquestada por el poder mundial (que produjo las dos guerras mundiales) no pudo acabar con la religiosidad de Rusia mediante el ateísmo forzado. El intento posterior de querer implantar el revolucionario liberalismo occidental tras la caída del comunismo formal (intento llevado a cabo por Mijail Gorbachov y Boris Yeltsin, agentes de los Illuminati nacidos ambos, significativamente, en 1931), tampoco dio resultados. Y así como en su momento les surgió un obstáculo llamado Stalin, ahora el nuevo obstáculo parece ser Putin, aunque de un signo opuesto y por lo tanto más peligroso, porque no necesita del terror para gobernar su país. Por eso no hay otra opción que la guerra para quienes buscan erigir el Nuevo Orden Mundial del Anticristo. Hoy las cosas se han invertido y aunque la mayoría no lo advierte, la Revolución satánica está encarnada en los Estados Unidos con sus aliados sionistas, y el otrora llamado “Occidente cristiano”, o el último resto sobreviviente, ha cambiado de hemisferio, ubicándose en Rusia y los países de Europa oriental.

Pero la salvación de Rusia también depende de su consagración al Corazón Inmaculado. Por eso la Sma. Virgen le dijo a la Hna. Lucía:

‘Ha llegado el momento en que Dios pide al Santo Padre que haga, en unión con todos los Obispos del mundo, la Consagración de Rusia a Mi Inmaculado Corazón; prometiendo salvarla por este medio. Son tantas las almas que la justicia de Dios condena por pecados cometidos contra Mí, que vengo a pedir Reparación. Sacrifícate por esta intención y reza’

Y en mayo de 1952 Nuestra Señora dijo a Lucía:

“Participa al Santo Padre que continúo esperando por la Consagración de Rusia a Mi Inmaculado Corazón. Sin esa Consagración, Rusia no podrá convertirse ni podrá el mundo tener paz”.

Esto es así porque de no mediar esta consagración la próxima guerra sería también devastadora para Rusia. Sin embargo, la promesa del triunfo del Corazón Inmaculado sostiene nuestra esperanza. Así dijo Sor Lucía: “El Santo Padre ha de hacer la consagración, más será tarde. Y, sin embargo, el Corazón Inmaculado de María ha de salvar a Rusia. Le está confiada”.

Cuando Sor Lucía dice “será tarde” puede indicar no sólo que sus errores se habrán esparcido por el mundo, sino también que la consagración será realizada cuando ya el ataque militar de Rusia sobre Europa se haya iniciado. Recordemos también que este papel de Rusia como instrumento de castigo puede verificarse, según algunos exégetas, en el libro de Ezequiel cap. 38. Y la misma Hna. Lucía le dijo al P. Agustín Fuentes en 1957 lo siguiente: "Dígales, Señor Padre, que la Santísima Virgen repetidas veces nos dijo, tanto a mis primos Francisco y Jacinta como a mí, que varias naciones desaparecerán de la faz de la tierra. Dijo que Rusia sería el instrumento del castigo del Cielo para todo el mundo, si antes no alcanzásemos la conversión de esa pobre nación
(fatima.org/port/essentials/opposed/frfuentes.asp).

De allí la importancia capital que tiene esta devoción al Corazón Inmaculado y las oraciones por la consagración de Rusia, que incluso muchos que advierten los síntomas positivos en Rusia y su reacción ante la impiedad occidental, no comprenden o destacan. Por eso, vale la pena citar estas palabras de Mons. Richard Williamson que llaman a mantenerse despiertos y consecuentes con la devoción al Corazón Inmaculado y el pedido de Nuestra Señora de la consagración de Rusia:

“Sin embargo, no nos hagamos ilusiones: la Ortodoxia rusa unifica a la religión y al patriotismo en una mezcla no totalmente reverente, y ésta sigue siendo cismática al no aceptar la Supremacía Papal, y herética al rechazar algunos dogmas; por lo tanto, los rusos sí necesitan convertirse a la verdaderamente Universal Iglesia Católica. Pero si Nuestra Señora de Fátima ha señalado a su país para ser Consagrado a Su Corazón, ¿no podría ser no debido al hecho de que los rusos aún son comunistas perversos, sino porque los grandes sufrimientos que su gente ha tenido que soportar durante 70 Babilónicos años de cautiverio comunista los está haciendo resurgir de las raíces religiosas de la “Rusia Santa,” un renacimiento de vitalidad espiritual que podría salvar a la verdadera Iglesia, en el presente marchitándose en el Oeste, en donde la Autoridad de la Iglesia puede que aún tenga un gran número de seguidores pero con muy poca Fe, mientras que el resto que aún permanece Tradicional tiene la Fe verdadera pero muy poco si contamos el número de sus seguidores y menos aún si hablamos de Autoridad? ¡Dios bien sabe que la Iglesia Occidental también necesita convertirse!

“¿Podría ser entonces que Rusia va a aplastar este cerco en una Tercera Guerra Mundial permitiendo su ocupación de Europa, lo que llevará por fin al Papa Latino a consagrar a Rusia al Corazón Inmaculado de Nuestra Señora, como lo ha pedido en vano por tanto tiempo? ¿Será que en ese momento el renovado vigor religioso de los rusos salvará nuestra deteriorada Autoridad y Tradición Católica, cuya Verdad a su vez limpiará sus errores? Si sucediera así, entonces nuevamente Dios habrá “concluido todo en falta de fe, que tenga piedad de todos… Cuán incomprensibles son Sus juicios, y cuán insondables Sus caminos… A Él sea la gloria por siempre jamás” (Rom. XI, 32 -36).

“Católicos, tanto los de la corriente dominante como los de la Tradición, recen con todas las fuerzas de su corazón por la Consagración de Rusia al Afligido e Inmaculado Corazón de la Madre de Dios, o “Theotokos,” como es conocida en la Iglesia Oriental” (Comentarios Eleison N° 112, 29 de agosto de 2009).

El triunfo del Corazón Inmaculado es asimismo el triunfo de la Iglesia

Nos parece significativo no sólo que Nuestro Señor haya querido que la preparación a su gloriosa Parusía sea precedida por un triunfo público y universal de su Madre, única depositaria de este período de paz que llegará cuando los hombres la reconozcan como su Reina y Señora, y que mostrará y preparará además el camino para el inobjetable triunfo final de Cristo Rey sobre los pueblos y las naciones todas; sino que también ese triunfo pase por un acto solemne a cumplir por el Santo Padre, en reivindicación de su primado en la única barca de salvación, contrariando de este modo –de la forma más sencilla y a la vez contundente- el ecumenismo y la apostasía desatadas por el concilio Vaticano II.

El Padre Nicholas Gruner explica que “en 1917, el Papa Benedicto XV, que antes de ser Papa era un diplomático del Vaticano, reconoció, después de tres años de arduos esfuerzos, que no había modo de poner fin a la Primera Guerra Mundial, que ella era obra del demonio y nada la haría parar, a excepción de una intervención del Cielo. Y así, el 5 de mayo de 1917, él suplicó a la Virgen Santísima de un modo público, en una carta dirigida al Cardenal Vicario de Roma. El Papa suplicó a la Virgen Santísima de un modo público, pidiéndole que le mostrase, a él y a toda la humanidad, el camino a la paz. (Nuestra Señora responde al Papa Benedicto XV) La Virgen Santísima vino, por decirlo así, porque el Papa Le pidió que viniese. Así, ocho días más tarde, la Señora apareció. Y durante seis meses consecutivos, la Señora explicó cuál era el único camino a la paz en el mundo.” (“Conferencia ¡‘Consagración Ya’!, realizada por el Centro de Fátima en Roma, del 9 a 13 de mayo de 2011).

Podemos recordar también, en esta relación de causas y efectos, que en su encíclica Ad diem illud laetissimum, San Pío X afirma que “apenas Pío (IX)  había proclamado que debía creerse con fe católica que María, desde su origen había desconocido el pecado, cuando en la ciudad de Lourdes comenzaron a tener lugar las maravillosas apariciones de la Virgen; a raíz de ellas, allí edificó en honor de María Inmaculada un grande y magnífico santuario; todos los prodigios que cada día se realizan allí, por la oración de la Madre de Dios, son argumentos contundentes para combatir la incredulidad de los hombres de hoy”.

Tales respuestas imponen con absoluta claridad el deseo del Cielo: la Iglesia de Cristo debe ser instrumento de la acción providente y milagrosa, como mediadora entre María y el mundo. Asimismo, queda desbaratada toda posición sedevacantista, que haría de la Iglesia un monstruoso cuerpo sin cabeza, prácticamente inútil y perimida, sin intervención alguna en los acontecimientos salvíficos finales.

Es así que Dios quiere el reconocimiento público de su Vicario, para tomar intervención decisiva en los acontecimientos. Dice también el P. Gruner: “Santo Tomás de Aquino, en su Teología Sacramental, nos dice que las palabras del sacerdote son el medio por el cual el Sacramento se realiza. Sin las palabras siendo pronunciadas, el Sacramento no se realiza. De la misma manera, sin el Papa y los Obispos consagrando a Rusia, no podremos alcanzar la salvación de Rusia ni la paz en el mundo. Es por este medio” (Conferencia citada).

Coincidiendo con Mons. Fulton Sheen en las declaraciones citadas, el Padre Gruner afirma: “Rusia es como San Pablo. Es un vaso elegido para evangelizar y convertir el mundo, lo que sucederá después de que Rusia sea consagrada al Inmaculado Corazón de María. No sabemos cuándo esto sucederá, pero sabemos que sucederá. La pregunta que tenemos ante nosotros es: ¿Haremos lo que podemos y lo que debemos hacer para alcanzar la Consagración de Rusia antes de la aniquilación de naciones, antes que los enemigos de Dios se apoderen de todas naciones, para mandar sobre nosotros como si fuésemos sus esclavos, para mandar sobre nosotros de una manera que será muy dolorosa para nosotros?”

Recordemos con insistencia estas palabras que Nuestro Señor le dijo a Sor Lucía:

“Nunca será tarde para recurrir a Jesús y a María”.


IGM