martes, 18 de julio de 2017

MAQUIAVELISMO Y TESTIMONIO








«¡Si la Iglesia no fuese divina, este concilio la habría sepultado!», escribió en su diario, el 19 de Septiembre de 1964, el cardenal Siri. Pero el juicio más duro que yo haya oído nunca sobre el Vaticano II es de una persona perteneciente a ambientes que, al hacer en público algunas críticas sobre la situación actual tienen un doble objetivo, maquiavélicamente diplomático: disculpar al Concilio Vaticano II, que –según lo que dicen públicamente– no tendría ninguna responsabilidad en el desastre postconciliar, y atacar (también denigrando) a los famosos “lefebvrianos”, con mucho… heroísmo.

No sé si estos sistemas, digamos ‘ausentes de prejuicios’, son compatibles con el poder o también con el logro de algún buen fin; seguro que no lo son con la verdad y la justicia: non sunt facienda mala ut eveniant bona: no se debe hacer el mal para obtener el bien (San Pablo).

Mientras, nos será útil, lejos del ansia de hacer carrera y de la complicidad de la mentira, esperar la hora de Dios, quizás ya próxima, con el Rosario en la mano y el espíritu de sacrificio en el corazón, y traer a la mente un edificante ejemplo, sacado del segundo libro de los Macabeos;

«Eleazar, pues, uno de los primeros doctores de la ley, varón de edad provecta y de venerable presencia, fue presionado para que comiera carne de cerdo, y se le quería obligar a ello abriéndole por fuerza la boca. Mas él, prefiriendo una muerte llena de gloria a una vida aborrecible, caminaba voluntariamente al suplicio, escupiendo la carne. Mostrando cómo deben comportarse (…) Pero los que se hallaban presentes, movidos de compasión, y en atención a la antigua amistad que con él tenían, tomándolo aparte, le rogaban que les permitiese traer carnes de las que le era lícito comer, para poder así aparentar que habían cumplido la orden del rey de comer carnes sacrificadas; a fin de que de esta manera se librase de la muerte. De esta especie de humanidad usaban con él a causa de la antigua amistad que le profesaban. Pero Eleazar, tomando una noble resolución, digna de su edad y de sus venerables canas (…), respondió rápidamente, conforme a los preceptos de la ley santa establecida por Dios, y dijo: Que prefería morir. ‘Porque no es decoroso a nuestra edad, les añadió, usar de esta ficción; la cual sería causa de que muchos jóvenes, creyendo que Eleazar, a la edad de noventa años, se había pasado a la vida de los gentiles, cayesen en error a causa de esta ficción mía, por conservar yo un pequeño resto de esta vida corruptible, además de que echaría sobre mi ancianidad la infamia y la execración. Fuera de esto, aun cuando pudiese librarme al presente de los suplicios de los hombres, no podría yo, ni vivo ni muerto, escapar de las manos del Todopoderoso. Por lo cual, muriendo valerosamente, me mostraré digno de la ancianidad a la que he llegado; y dejaré a los jóvenes un ejemplo de fortaleza, si sufriere con ánimo pronto y constante una muerte honrosa en defensa de una ley que es la más santa y venerable’. Luego que acabó de decir esto fue conducido al suplicio. (…). De esta manera, pues, murió Eleazar, dejando no solamente a los jóvenes, sino también a toda su nación, en la memoria de su muerte, un dechado de virtud y de fortaleza» (Macabeos 6, 18-31).

Observador


NOTA SYLLABUS:
No hemos dejado de criticar en su momento y en diversos artículos del blog -que ahora, y cambiando lo que haya que cambiar, nos viene a la mente- la vergonzosa y maquiavélica simulación de algunos (o varios) de los superiores y autoridades de la FSSPX, cuando se trató de justificar la ficción entablada en torno al “levantamiento de las excomuniones”, acto mediante el cual se reconocía públicamente la justicia y legitimidad de la sanción recibida, cuando en privado se decía lo contrario. No fue decoroso usar de esa ficción, pero se usó y con ello se instaló un doble lenguaje, por el cual se tornó a lograr una “paz honrosa” con la Roma modernista. Se dejó de lado de esa manera el ejemplo de otro gran hombre de la Iglesia como fue Mons. Lefebvre. Damos los enlaces a dos de nuestros artículos que desarrollan con más amplitud el tema: