lunes, 18 de diciembre de 2017

LA SANTA FAZ Y LAS ALMAS PEQUEÑITAS








Lecciones de amor.

¡Cuán dulce, cuán convincente nos alecciona sobre la humildad la Faz adorable de Nuestro Jesús! “Aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón”. Estas palabras tan suyas ¡cómo se hacen evidentes al contemplar su faz dulcísima! ¡Qué serenidad, qué mansedumbre se refleja en ella!... es una humildad divina. Él, el Verbo encarnado, el Dios anonadado, el Encanto de las almas pequeñuelas, de las que quieren imitarle, de las que suspiran por asemejarse a Él, por ser transformadas… en el Dios desconocido. ¡Qué bueno ha sido el Padre Celestial con nosotros al querer que Jesús nos hiciese este divino Legado! Porque si alguna vez la humillación se nos hiciese costosa, vayamos a cobrar ánimo ante el Retrato del Hijo del Altísimo, ante la imagen de un Dios despreciado. En verdad que, haciéndolo así, no puede haber dificultad alguna insuperable en materia de humillaciones, antes el corazón se inflama en deseos vivísimos de imitarle. San Pablo nos dice que en Él están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia de Dios, y le vemos tratado de loco, de insensato. También las almas pequeñitas desean poseer en alto grado todos los tesoros del amor puro, de la humildad sincera, pero en escondido, esto es, sin llamar la atención, para solo agradar al Padre copiando lo más fielmente posible el Dulcísimo Modelo, Jesucristo.

En Él aprenden también a ser mansos, esto es, a ser dulces, tratables, a huir de la piedad farisaica, a empaparse del sagrado espíritu evangélico. La Santa Faz de Jesús respira suavidad, benevolencia, perdón. A ella acuden las almas pequeñuelas, las que suspiran por agradarle, para interpretar las inefables lecciones del generoso olvido de las injurias, de la fraternal y santa condescendencia para los que se complacen en ejercitarlas, en molestarlas de mil maneras, bendiciendo al Padre cuando les proporciona ocasiones para consolar a Jesús con su fidelidad y su dulce imitación.

A los que se les haga difícil la práctica de la humildad, de la mansedumbre, les aconsejamos que, al sentirse tentados, acudan ante la sagrada Imagen de la Santa Faz de Jesús y la miren muy despacio. Cuéntenle al mismo tiempo sus dificultades, sus trabajos, aunque creemos no habrá necesidad de nada de esto, porque antes de empezar sentirán sus corazones completamente cambiados. Es uno de los frutos de la Pasión santísima de Jesús y constituye uno de los designios del Padre.

MARÍA DE DIOS PADRE.

(De la “Vida Sobrenatural” de Salamanca, tomo XVI, año 1928. Con licencia eclesiástica).

* * *

GRACIAS CONCEDIDAS POR S. S. PÍO X

el día 9 de Diciembre de 1905, a quienes mediten algunos momentos sobre la Pasión ante esta Imagen de la Santa Faz.

1º Todas las indulgencias concedidas anteriormente por los Soberanos Pontífices a la Corona de las Cinco Llagas.
2º La Bendición Apostólica.